lunes, 16 de julio de 2012

Historias con enseñanzas 2°



Hoy me levante y era otro día normal, no había sucedido nada fuera de lo común. Nadie en casa, estaba solo, sin ninguna nota ni mensaje, era otra simple mañana. Termine de desayunar, y salí a buscar unas cosas que había dejado en la casa de un amigo la otra noche.
Venia de viaje, hacia la casa de mi amigo, y me encontré con un golpe de suerte, pues había encontrado tirado un billete de dinero, cosa que no suele pasar a menudo. Al mirarlo lo alcé, me había sacado una sonrisa, ya que no es cosa de cualquier día encontrar dinero arrojado en la calle y que nadie lo reclame.
No le di mucha importancia, guarde mi billete encontrado, y seguí mi camino. Ya estaba por llegar, cuando pase por un local de ropa. Estaba en oferta una chaqueta que utilizaba de joven, muy hermosa, era negra y de cuero, cosa que estaba de moda en mi época de juventud. Me pareció extravagante, ya que siempre estuvo a costos elevados para mi alcance económico. Al verla, no perdí la oportunidad y entre al local para comprarme mi preciada chaqueta.
Salí, feliz, y entre a la casa de mi amigo. Charlamos un rato, sobre todo lo que nos pasaba, y le conté sobre esta suerte… Me contó que eso no pasa seguido, que si es un día de suerte, hay que aprovecharla lo que más se pueda, que estas cosas se dan una vez en la vida. Me reí de él, ignoré lo que dijo sobre esto, ya que para mí era una simple causalidad.
Agarré mis cosas que había dejado, y cuando las pongo bajo el hombro, cae un papel con un numero de un sorteo de una de las agencias de viaje. Recordé eso, los premios que ofrecían eran extraordinarios, había departamentos, autos y grandes cantidades de dinero. El sorteo era hoy, y pensando en lo que dijo mi amigo, me decidí a ir para probar si este golpe de suerte de él que me hablaba era cierto, aunque aún no lo creía.
Llegué a la agencia de viajes para el sorteo y justo estaban por anunciar los números ganadores. Ya se había sorteado el departamento y el auto, aunque ninguno fue para mí. Pensé en mí mismo que al final era pura casualidad y me di vuelta para irme, cuando el hombre de los números grito los dígitos de mi papel del sorteo. Me di vuelta rápidamente y levante la mano a más no poder para obtener mi premio. Me acerqué y gane una gran suma de dinero por salir sorteado.
Era extravagante, muy increíble, no podía creer todo, y comencé a pensar en que era posible esto de la suerte que me mencionaba mi amigo. Salí de la agencia, con el dinero que gané, y fui a la casa de mi amigo a contarle sobre mi suerte en el sorteo. Al llegar le di toda la razón, y él me replico con sus “te lo dije” que me retumbaban en mi cabeza.
Salí de su casa, más que contento, y fuimos al casino, a hacer valer toda mi suerte. Le di parte del dinero para que jugara, ya que con lo que me quedo era más que suficiente para entretenerme un buen rato.
Comencé a jugar, nos separamos con mi amigo. Yo jugaba, y a cada vez que jugaba ganaba y ganaba, no lo podía creer, era algo increíble, tenía más o menos el triple del dinero con el que comencé a jugar al entrar al casino. Aunque mi amigo rápidamente volvió conmigo tras perder el dinero que le había dado, aunque no parecía triste, no le pareció algo muy trágico.
Mi racha seguía cada vez más, y mi amigo y yo saltábamos de la alegría, era algo de no creer, increíble, estaba muy alegre.
Pasaron 2 horas, aunque mi racha de suerte se había nivelado, ya no ganaba tanto, solo de a poco, aunque no tenía perdidas, seguía muy contento con todo lo que había ganado, pero por eso no iba a dejar de jugar, así que seguí con mi juego.
Paso otra hora y mi racha bajó, ya comencé a perder, y en cantidades importantes de a veces, pero tenía la esperanza de seguir jugando y recuperar lo que había perdido. Un poco preocupado y no tan alegre, seguí jugando. Mi amigo me vio, y me aconsejó parar de jugar, para conservar aun ganancias. Pero no le hice caso, lo ignore y continué con mi juego
Mi amigo sabía lo que estaba por suceder, y me siguió advirtiendo, aunque no le di importancia y seguía. Cada vez con menos dinero, pero con más esperanza de recuperarlo, no podía dejar de jugar ahora, llegué tan lejos ganando, no iba a echarme atrás.
Mi amigo se iba, estaba cansado de estar ahí, ya eran 5 horas en el casino. Tenía un poco menos de la mitad de cuando gane el sorteo, aún mucho dinero, pero no estaba satisfecho, y tenía fe en que mi racha volviera y me hiciera ganar nuevamente mucho dinero.
Estaba desahuciado, me sentía muy mal, perdí todo mi dinero ganado en el sorteo en un juego de azar. Me sentía pésimo, aunque no me detuvo a seguir jugando. Comencé a utilizar mi dinero que gane con esfuerzo y trabajo para recuperar mi riqueza, seguía con mi fe firme y mis ansias de más y más dinero.
Pasó otra hora y no me quedaba nada, había perdido todo mi dinero, era algo realmente increíble, pasé de ser rico a quedar en la pobreza misma de un día hacia el otro sin poder disfrutarlo. Pensé en esto, y me arrepentía completamente, aunque ya era tarde, no tenía vuelta atrás, deje todo mi dinero para mantenerme por mis ansias de ganar y una simple casualidad de suerte por un tiempo.
Sin posibilidad de arrepentimiento, volví con mi amigo a pedirle perdón por tratarlo mal e ignorarlo cuando él tenía la razón en sus consejos. Me perdonó y todo volvió a ser como antes, aunque nada del dinero que tuve en mis manos volvió, aunque con esto aprendí a controlarme, abrir los ojos, darme cuenta cuando se está en perdida, y abrir los oídos a los consejos de aquellos que nos rodean. 
Aunque me pasaron todas estas grandes desgracias, sigo mirando al frente, pensando que nada es imposible, y que aunque me deje llevar por estos impulsos de querer tener más y ganar, sé que no debo hacerlo más, y seguiré combatiendo, con aquellos que me quieren y que siempre están ahí cuando necesito de su ayuda, sé que eso no me faltara nunca, y siempre estarán para ayudar.

-Juan Manuel Fernandez

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